“La iglesia no se mide por sus paredes, sino por la capacidad de su gente de vivir y reflejar el amor de Cristo en cada rincón del mundo.” Rafael E. Mejías
El apóstol Pablo enseña: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular” (1 Corintios 12:27, RVR1960). La iglesia es un organismo vivo donde cada miembro cumple una función. Nadie es innecesario. El que ora en silencio, el que sirve con humildad, el que enseña con paciencia o el que acompaña con amor, todos forman parte de un plan divino.
Cuando un miembro sufre, todo el cuerpo lo siente; cuando uno se levanta, todos se fortalecen. La iglesia nos recuerda que no estamos solos, sino que formamos parte de una familia espiritual donde el amor y la solidaridad son el fundamento.
Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” (Mateo 5:14, RVR1960). Ser iglesia implica llevar luz a los hogares, a los lugares de trabajo, a las comunidades. No somos llamados a vivir una fe encerrada, sino a compartir el mensaje del Evangelio a través de nuestro ejemplo y servicio.
La misión de la iglesia va más allá de sus cuatro paredes: se refleja en alimentar al hambriento, visitar al enfermo, consolar al afligido y predicar la esperanza en Cristo. La iglesia es un faro en medio de la oscuridad, una voz de aliento en tiempos de confusión.
Ser parte de la iglesia no se limita a asistir a un culto dominical. Implica compromiso, servicio y entrega. Jesús dio a sus discípulos la gran comisión: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15, RVR1960).
Cada creyente es responsable de vivir de manera coherente con su fe, demostrando con acciones concretas lo que significa seguir a Cristo. La iglesia no es un refugio de perfectos, sino un taller donde Dios moldea, restaura y transforma vidas.
La iglesia es comunidad, servicio, esperanza y testimonio. No es un lugar para estar pasivo, sino un espacio para crecer, compartir y transformar. Ser parte de la iglesia significa aceptar el llamado de Dios a ser luz en un mundo que necesita urgentemente amor, unidad y esperanza.
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58, RVR1960).
Pregunta reflexiva: ¿Cómo podemos ser hoy un miembro activo del cuerpo de Cristo, llevando esperanza y servicio a tu comunidad?
Referencias consultadas
Biblia Reina-Valera 1960, 1960/2010, 1 Co 12:27
Biblia Reina-Valera 1960, 1960/2010, Mt 5:14
Biblia Reina-Valera 1960, 1960/2010, Mr 16:15
Biblia Reina-Valera 1960, 1960/2010, 1 Co 15:58