“Qué área de tu vida necesitas hoy entregarle a Dios para vivir con menos preocupación y más fe” Rafael E. Mejías
En medio de un mundo acelerado y lleno de incertidumbre, las preocupaciones parecen ser parte inevitable de la vida diaria. Sin embargo, Jesús, en Mateo 6:25-34, nos ofrece una enseñanza liberadora: no vivamos angustiados por el mañana, porque tenemos un Padre celestial que cuida de nosotros con amor y precisión. El mismo Dios que te dio la vida cuidará de ti (v. 25) Dios no solo nos creó, sino que se compromete a sustentar cada área de nuestra existencia. Si nos dio lo más grande que es la vida, ¿por qué dudar que suplirá lo necesario como el alimento y el vestido? La preocupación por el futuro estorba el presente (v. 26) Jesús nos invita a mirar las aves: ellas no se angustian y, sin embargo, el Padre las alimenta. ¿No valemos nosotros mucho más? Preocuparse es enfocarse en lo que no ha pasado y perder el regalo del presente. La preocupación no cambia nada (v. 27) Jesús lo dice con claridad: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? La ansiedad no resuelve problemas, solo desgasta el alma.
Dios no se olvida de ti (v. 28-30) Así como viste con esplendor a los lirios del campo, que no trabajan ni hilan, también cuida de nosotros. La preocupación revela desconfianza en ese cuidado divino. La preocupación revela falta de fe (v. 31-32) Cuando nos consumimos por el ¿qué comeré?, ¿qué vestiré?, vivimos como quienes no conocen a Dios. Él sabe lo que necesitamos. La fe no ignora la realidad, pero la enfrenta con esperanza. Busca primero a Dios (v. 33) Jesús nos da una clave poderosa, pon a Dios primero. Prioriza su Reino y su justicia, y todo lo demás llegará en su tiempo. Las preocupaciones pierden fuerza cuando confiamos en un propósito eterno. Vive un día a la vez (v. 34) El afán por el mañana nos roba la paz de hoy. Cada día trae sus propios desafíos, pero también sus propias bendiciones. Vivir el presente con gratitud es un acto de confianza en Dios.
Jesús no nos promete una vida sin problemas, pero sí una vida sin ansiedad cuando confiamos en Él. Preocuparse es natural, pero confiar es una decisión. El mismo Dios que alimenta a las aves y viste a las flores, ha prometido cuidarnos. ¿Le creemos?
Finalizamos con nuestra pregunta reflexiva: ¿Qué área de nuestra vida necesitamos hoy entregarle a Dios para vivir con menos preocupación y más fe?
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