“El liderazgo no se trata de mandar, sino de amar sirviendo. Cuando lideras como Jesús, tus acciones hablan más fuerte que tus palabras” Rafael E. Mejías
Durante los próximos cuatro domingos, a partir de este domingo 6 de julio de 2025, estaremos compartiendo una serie de reflexiones centradas en el liderazgo eclesiástico. Esta serie busca profundizar en los pilares que sostienen un liderazgo espiritual genuino y relevante en los tiempos actuales. Si eres pastor, líder de ministerio, servidor en tu iglesia o simplemente deseas crecer en nuestro rol dentro del cuerpo de Cristo, estos escritos son para para nosotros.
Vivimos en una época donde el concepto de liderazgo a menudo se asocia con poder, control o influencia. Sin embargo, dentro del ámbito eclesiástico, liderar significa algo profundamente distinto: servir. En el corazón del liderazgo cristiano está el ejemplo de Jesús, quien, siendo Maestro y Señor, lavó los pies de sus discípulos (Juan 13:14-15), mostrándonos que el camino hacia la verdadera grandeza pasa por la humildad.
Ser un líder siervo implica adoptar una actitud de entrega diaria. No se trata de buscar reconocimiento, sino de cultivar un corazón dispuesto a acompañar, consolar y guiar sin imponer. El líder siervo no ve a la comunidad como un peldaño para su desarrollo personal, sino como una familia a la que ha sido llamado a cuidar con amor.
En la vida eclesial, liderar desde el servicio transforma las relaciones. Cambia la autoridad jerárquica por una influencia que nace del testimonio. Cuando un pastor, un ministro o un líder de grupo actúa con empatía y sensibilidad espiritual, inspira sin necesidad de imponer. El liderazgo se convierte entonces en una herramienta de sanidad, edificación y unidad.
Además, liderar como Jesús significa también reconocer los propios límites. Servir no es sinónimo de agotarse o anularse. Un líder siervo cuida su vida espiritual, busca formación constante y mantiene una relación viva con Dios para poder guiar con sabiduría. Como decía San Agustín: “No puedes dar lo que no tienes.”
En lo personal, me he dado cuenta de que los líderes que más marcan nuestras vidas no son necesariamente los que predican mejor, sino los que están presentes cuando más los necesitamos. El líder siervo es ese que visita, que ora contigo, que celebra tus logros y llora contigo en los momentos difíciles. Su poder está en su presencia, no en su posición. Algunas de las recomendaciones para desarrollarnos como un liderazgo de servicio: Evaluaremos nuestras motivaciones. ¿Por qué queremos liderar? ¿Para servir o para ser admirado? Practiquemos actos sencillos de servicio. Desde ayudar a organizar un espacio hasta escuchar con atención. Seamos transparente con nuestras luchas. No olvidemos que nuestra humanidad también enseña. Cultivemos la oración como centro de nuestro liderazgo y Rodémonos de mentores y consejeros espirituales.
Finalizamos con nuestra pregunta reflexiva: ¿Estamos liderando con el corazón de Jesús o desde nuestras propias ambiciones?
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La referencia utilizada fue
San Agustín. (s.f.) “No puedes dar lo que no tienes”. Adaptación basada en su pensamiento sobre la interioridad cristiana.
Nota: la cita fue atribuida a San Agustín