“El propósito no se encuentra en un destino lejano, sino en cada paso consciente que damos hacia lo que nos enciende el alma.” R. E. Mejías
Desde que abrimos los ojos al mundo, llevamos dentro una pregunta silenciosa: ¿Para qué estoy aquí? Más allá de las metas que nos impone la sociedad; tener éxito, acumular logros, cumplir expectativas, existe una búsqueda mucho más profunda: la de nuestro propósito. Esa misión personal que da sentido a nuestras acciones, color a nuestros días y dirección a nuestra vida.
Descubrir nuestro propósito no es un evento repentino ni un hallazgo externo; es un viaje interno. Es mirarnos con honestidad, reconocer nuestras pasiones, nuestros talentos, nuestras heridas y nuestras esperanzas. Es preguntarnos, más allá de lo que hacemos, ¿Quiénes somos realmente? Encontrarnos a nosotros mismos no es solo importante: es esencial. Porque solo quien se conoce puede caminar con firmeza y construir algo que perdure más allá del instante.
Saber que estamos haciendo lo correcto no siempre viene acompañado de aplausos o recompensas inmediatas. A veces se siente en la paz silenciosa que nos acompaña cuando somos coherentes con nuestros valores. Otras veces, en la sonrisa de alguien a quien ayudamos sin buscar reconocimiento. Hacer lo correcto es actuar desde la integridad, aunque nadie esté mirando; es construir un legado invisible que inspira a quienes nos rodean a ser también mejores.
Dar el mejor ejemplo posible no se trata de ser perfectos, sino de ser auténticos. De mostrar que, aunque caemos, seguimos intentándolo. Que aunque no tengamos todas las respuestas, buscamos vivir con sentido. El verdadero ejemplo no se grita; se vive. Se refleja en nuestras pequeñas acciones diarias, en cómo tratamos a los demás, en cómo enfrentamos las adversidades y en cómo elegimos seguir amando, creciendo y sirviendo, incluso cuando el camino es difícil.
Algunas estrategias para vivir con propósito pueden ser las siguientes: Autoconocimiento profundo: Dediquemos tiempo a reflexionar sobre nuestros valores, pasiones, talentos y miedos. Hagámoslo con honestidad sin máscaras. Definamos nuestras prioridades: ¿Qué es lo que verdaderamente nos importa? No lo que nos espera de mi, sino lo que hace vibrar nuestro corazón. Establece metas alineadas a nuestros valores: No todas las metas valen la pena si no reflejan nuestra esencia. Nuestro propósito da dirección a nuestros sueños.
Practiquemos la gratitud y la reflexión diaria: Preguntémonos cada noche: ¿Qué hice hoy que se acercó a mi propósito? Rodeémonos de personas que impulsen nuestro crecimiento: Aquellos que creen en nosotros, nos retan a mejorar y celebran tu autenticidad. Aprendamos de los errores: Cada error también es parte del propósito. No temamos equivocarnos; temamos no intentarlo, y Servir a otros: El propósito genuino casi siempre se conecta a mejorar la vida de otros, a dejar el mundo un poco mejor de como lo encontramos.
Vivir con propósito es entender que nuestra vida tiene eco, que nuestras decisiones afectan más allá de nosotros mismos, y que cada día tenemos la oportunidad de ser la chispa que encienda luz en otros corazones. Porqué al final, no se trata solo de encontrar nuestro propósito, sino de vivirlo plenamente y compartirlo generosamente.
Nuestra pregunta reflexiva es ¿Estamos viviendo cada día de forma que honremos la misión única para la cual fuimos creado?
Los invito a complementar el siguiente cuestionario. ¿Estoy Viviendo con Propósito? Les incluyo el enlace https://forms.gle/BuHrAcVSofvyx1CLA