La mejora continua es un principio fundamental para el crecimiento personal y profesional. Muchas veces caemos en la trampa de pensar que hemos alcanzado nuestro máximo potencial o que ya no podemos hacer nada para mejorar. Sin embargo, la realidad es que siempre hay algo que podemos perfeccionar, aprender o hacer mejor. La clave está en adoptar una mentalidad de desarrollo, en la que cada error sea una oportunidad de aprendizaje y cada éxito un punto de partida para un nuevo desafío.
Las personas que logran grandes avances en su vida no son aquellas que se conforman con lo que saben o pueden hacer en un momento determinado, sino aquellas que constantemente buscan mejorar. Carol Dweck, psicóloga de la Universidad de Stanford, desarrolló el concepto de mentalidad de crecimiento, que se refiere a la creencia de que nuestras habilidades y talentos pueden desarrollarse con esfuerzo, estrategias adecuadas y ayuda de los demás (2006).
Por ejemplo, un estudiante que obtiene una calificación baja en una materia puede ver su situación de dos maneras: Puede asumir que simplemente no es bueno en esa materia y rendirse o puede entender que, con estudio, práctica y nuevas estrategias, puede mejorar.
Quienes adoptan la segunda opción, aunque tengan dificultades iniciales, terminan logrando mejores resultados con el tiempo. Lo mismo ocurre en el ámbito profesional, familiar y personal. algunos ejemplos para mejorar en diferentes escenarios podrían ser: En el ámbito profesional que un colaborador que lleva varios años en la misma posición dentro de una empresa. Este colaborador podría quedarse en su zona de confort, haciendo lo mínimo requerido, o bien, podría buscar capacitación adicional, desarrollar nuevas habilidades y tomar la iniciativa en proyectos desafiantes. Este segundo camino no solo le permitirá mejorar sus habilidades, sino que también le abrirá nuevas oportunidades de ascenso y reconocimiento.
En el ámbito personal, supongamos que alguien quiere mejorar su condición física. Puede pensar que nunca será bueno para hacer ejercicio porque nunca ha sido deportista, o puede empezar con pequeños cambios, como caminar todos los días, mejorar su alimentación y, eventualmente, adoptar una rutina de ejercicios más estructurada. Con el tiempo, notará mejoras en su salud y bienestar. En el ámbito familiar las relaciones personales, siempre hay oportunidades para mejorar la comunicación y fortalecer los lazos familiares. Un padre o madre que siente que no se comunica bien con sus hijos puede decidir aprender sobre técnicas de escucha activa, tomarse más tiempo para compartir en familia y expresar mejor sus emociones. Estos cambios pueden hacer una gran diferencia en la calidad de sus relaciones.
Una pregunta que puede estar en nuestra mente es ¿Cómo implementar la mejora continua en nuestra vida? Si queremos mejorar constantemente, debemos adoptar hábitos que nos ayuden a evolucionar. Algunas estrategias efectivas pueden ser la autoevaluación constante: es importante preguntarnos regularmente en qué podemos mejorar. Establecimiento de metas: Definir objetivos alcanzables y medibles. Aprendizaje continuo: Leer, tomar cursos, capacitarse, aprender de otros. Buscar retroalimentación: Escuchar opiniones y consejos de personas con más experiencia y salir de la zona de confort: Aceptar nuevos desafíos, incluso si parecen difíciles.
Mejorar no significa ser perfecto, sino avanzar cada día un poco más en comparación con el día anterior. El éxito no es un destino, sino un proceso de crecimiento continuo. Si adoptamos la mentalidad de que siempre hay algo que podemos hacer mejor, nos convertiremos en personas más resilientes, exitosas y, sobre todo, más satisfechos con nuestras vidas.
Finalizamos con nuestra pregunta reflexiva: ¿En qué aspecto de tu vida podrías empezar a mejorar hoy y qué primer paso darás para lograrlo?
Referencia
Dweck, C. S. (2006). Mindset: The new psychology of success. Random House.