En el ámbito personal, profesional y social, la comunicación es la base de las relaciones humanas. Sin embargo, muchas veces ocurre un fenómeno curioso y desafiante: decir algo correcto y que sea interpretado como incorrecto. Esta situación puede generar conflictos, malentendidos y, en algunos casos, hasta divisiones entre las personas. Pero ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo podemos manejarlo?
Existen diversas razones por las cuales una verdad o afirmación correcta puede ser recibida de manera negativa o errónea como, por ejemplo, El contexto emocional de quien escucha: Las emociones influyen en la percepción de la información. Si una persona está predispuesta a la defensiva, es probable que tome una corrección o una afirmación objetiva como un ataque personal. La forma en que se expresa el mensaje: No solo importa el contenido, sino la manera en que se comunica. Un mensaje dicho con dureza o sin empatía puede generar resistencia, aunque sea correcto.
Los prejuicios y creencias previas: Cada persona filtra la información a través de sus experiencias y creencias. Si lo que escucha va en contra de lo que siempre ha considerado cierto, es probable que lo rechace. La percepción del emisor: No siempre se juzga el mensaje por su veracidad, sino por quién lo dice. Si el receptor tiene una imagen negativa del hablante, difícilmente aceptará su punto de vista. La cultura y normas sociales: Hay verdades que pueden considerarse políticamente incorrectas o inaceptables en ciertos contextos, lo que provoca rechazo inmediato.
Por otra parte, ¿Cómo podemos manejar el desafío de decir lo correcto sin ser malinterpretado? Si bien no se puede controlar completamente cómo alguien recibe un mensaje, sí es posible mejorar la manera en que se comunica. Algunas estrategias que podemos usar son las siguientes: La empatía y tacto: Antes de hablar, es importante considerar cómo se sentirá la otra persona y encontrar una manera respetuosa de transmitir la información. El lenguaje debe ser claro y sin ambigüedades: Expresar los puntos de forma objetiva y evitar interpretaciones equivocadas, pueden minimizar los malentendidos.
De igual manera hacer preguntas en lugar de afirmaciones: En lugar de imponer una verdad, se puede guiar a la reflexión con preguntas abiertas. Validar la percepción de la otra persona: Debemos demostrar comprensión ante las reacciones negativas y abrir un espacio de diálogo en lugar de una confrontación. Por último, pero no menos importante, es Aceptar que no siempre se puede cambiar la percepción de la otra persona: En ocasiones, aunque se diga lo correcto con la mejor intención, algunas personas simplemente no estarán listas para aceptarlo.
Para finalizar con una reflexión, hablar con la verdad y expresar lo correcto es un valor fundamental en cualquier sociedad. Sin embargo, la comunicación efectiva no solo implica decir lo correcto, sino también hacerlo de manera que sea bien recibido. Como menciona Dale Carnegie en su libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas: Cuando tratamos con personas, recordemos que no estamos tratando con criaturas de lógica. Estamos tratando con criaturas de emoción, criaturas llenas de prejuicios y motivadas por el orgullo y la vanidad.
Esta cita nos recuerda que la verdad, por sí sola, no siempre es suficiente; es necesario considerar las emociones, los prejuicios y el contexto de quienes nos escuchan. Encontrar el equilibrio entre la honestidad y la empatía es clave para lograr una comunicación efectiva y evitar que lo correcto sea tomado como incorrecto.
Como de costumbre terminamos como una pregunta reflexiva para cada nosotros: ¿Cómo podemos expresar una verdad importante sin que la otra persona se sienta atacada o rechace el mensaje?
Referencia:
Carnegie, D. (1936). Cómo ganar amigos e influir sobre las personas. Simon & Schuster.