Luego de algunos contratiempos ¡Estamos oficialmente de regreso! En los próximos 10 lunes comenzamos oficialmente nuestro segunda temporada escribiendo sobre el primer pilar que es el liderazgo. Si nos lees en nuestras redes sociales te pido que te suscribas en nuestro blog. Te puedes suscribir en https://rafaelmejiaspr.blog/. Espero que disfruten y nos comenten. Vamo’arriba. «El conocimiento no ocupa espacio» y «leer no cuesta nada».
El liderazgo efectivo no solo se mide por las palabras que inspira, sino también por los resultados que genera. Este concepto es fundamental para comprender que el liderazgo no puede quedarse en teorías, discursos o promesas. Como menciona Drucker (1999), “El liderazgo es elevar la visión de una persona a niveles más altos y aumentar el desempeño humano por encima de los estándares normales” (p. 33). Este proceso de acción es lo que convierte la intención en impacto tangible.
El primer paso de todo buen líder es transformar su discurso a resultados, alineando sus palabras con las acciones. Los líderes exitosos comprenden que sus actos tienen más peso que sus declaraciones. Covey (1989) señala que “El liderazgo efectivo no es algo que haces a la gente, sino algo que haces con la gente” (p. 65). Este enfoque colaborativo enfatiza la importancia de ser un ejemplo, guiando con el ejemplo y no solo con instrucciones. Por ejemplo, un líder que habla sobre la importancia del trabajo en equipo debe involucrarse directamente en las actividades grupales, demostrando compromiso y responsabilidad. Esta coherencia construye confianza, uno de los pilares fundamentales para que las palabras se transformen en resultados reales.
La acción comienza con una visión clara. Como expresa Sinek (2009), “Las personas no compran lo que haces, compran por qué lo haces” (p. 37). Un líder con una visión clara comunica su porqué de manera efectiva, movilizando a los demás hacia objetivos comunes. La clave está en convertir esta visión en un plan de acción. Por ejemplo, en Puerto Rico, un grupo comunitario podría organizar jornadas de limpieza en parques y playas, motivar a las personas a reducir el desperdicio de materiales desechables, y fomentar pequeños cambios en hábitos diarios como llevar su propia botella reutilizable, midiendo su impacto a través de comentarios directos de los participantes. El liderazgo se manifiesta en la ejecución de estas estrategias y en la evaluación constante de su impacto.
El camino hacia la acción está lleno de retos. Un líder efectivo identifica los obstáculos y busca soluciones proactivas. Gardner (1990) afirma que “El liderazgo es la capacidad de superar los problemas y llevar a las personas hacia un futuro deseable” (p. 74). Para lograrlo, es crucial mantenerse flexible, adaptándose a las circunstancias sin perder de vista los objetivos.
Un ejemplo puede ser un gerente que enfrenta una disminución en el rendimiento del equipo. En lugar de culpar o ignorar el problema, adopta un enfoque basado en el análisis de causas, desarrolla un plan de capacitación y motivando al equipo con incentivos. Este tipo de liderazgo en acción genera cambios positivos y sostenibles. Los resultados tangibles son el sello distintivo del liderazgo efectivo. Estos resultados pueden variar desde el cumplimiento de metas económicas hasta el bienestar de los colaboradores. Kotter (1996) destaca que “El verdadero liderazgo es crear un cambio significativo que se traduzca en mejoras reales y sostenibles” (p. 21). Esto implica que un líder no solo debe medir el éxito en términos cuantitativos, sino también cualitativos. Por ejemplo, en el ámbito comunitario, un líder puede impulsar iniciativas de desarrollo social que mejoren la calidad de vida de las personas. Este impacto refuerza la legitimidad del líder y motiva a otros a seguir su ejemplo.
Para finalizar, el liderazgo en acción trasciende las palabras y se enfoca en los resultados. Un líder efectivo no solo habla, sino que actúa, inspira y transforma. Nos dejo con esta reflexión, ¿Están nuestras acciones alineadas con las palabras y objetivos que expresamos? Recordemos que el verdadero liderazgo se mide no por lo que decimos, sino por lo que logramos.
Referencias consultadas
Covey, S. R. (1989). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Free Press.
Drucker, P. F. (1999). Management Challenges for the 21st Century. HarperBusiness.
Gardner, J. W. (1990). On Leadership. Free Press.
Kotter, J. P. (1996). Leading Change. Harvard Business Review Press.
Sinek, S. (2009). Start With Why: How Great Leaders Inspire Everyone to Take Action. Penguin.