Alguna vez nos hemos hecho esta pregunta ¿Alguna vez hemos sentido que no merecemos nuestros logros o que en cualquier momento alguien descubrirá que no somos tan competente como aparentamos? Este fenómeno psicológico, conocido como síndrome del impostor, afecta a millones de personas alrededor del mundo, desde jóvenes profesionales hasta líderes corporativos. Aunque todos enfrentamos dudas en algún momento, el síndrome del impostor puede convertirse en un obstáculo constante para el crecimiento personal y profesional.
El síndrome del impostor fue identificado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Ambas estudiaron a mujeres exitosas que atribuían sus logros a la suerte o a factores externos en lugar de reconocer sus habilidades y esfuerzos (1978). Más recientemente, Sakulku y Alexander (2011) ampliaron esta investigación al destacar que este fenómeno está relacionado con el perfeccionismo y las altas expectativas internas, afectando tanto a hombres como mujeres en diferentes entornos culturales y laborales. Por otro lado, Valerie Young (2011) identificó patrones de pensamiento específicos que alimentan este fenómeno, como la autoexigencia extrema, la comparación constante y el miedo al fracaso.
El síndrome del impostor puede desarrollarse en los colaboradores por múltiples razones, que incluyen: El perfeccionismo: Las personas que buscan la perfección tienden a centrarse en sus errores, lo que genera una percepción distorsionada de sus logros. La comparación constante: En un mundo profesional competitivo, comparar el éxito propio con el de los demás puede llevar a subestimar el valor personal. La falta de reconocimiento: En culturas laborales donde la retroalimentación (feedback) positivo es escaso, los colaboradores pueden dudar de su impacto real y por último, las Expectativas internas: Según Young (2011), muchas personas tenemos creencias rígidas sobre lo que significa ser competente, lo que nos lleva a sentir que no estamos “a la altura”.
La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Cómo Reconocer el Síndrome del Impostor? Algunos indicadores comunes podrían ser: (a) Atribuir los logros a la suerte o factores externos, (b) Temor constante a ser “descubierto” como incompetente. (c) Negar o minimizar los elogios y (d) Dudar de la propia capacidad a pesar de recibir evidencia de éxito.
Un ejemplo podría ser el siguiente: Imaginemos a Karina, una ingeniera de 35 años que acaba de recibir un premio por su liderazgo en un proyecto innovador. A pesar de las felicitaciones de sus compañeros, Karina se siente incómoda y piensa que cualquiera en su lugar habría logrado lo mismo. Esta percepción la lleva a evitar tomar riesgos en futuros proyectos por temor a no cumplir las expectativas. Entonces, ¿Cómo podemos superar el Síndrome del Impostor? Algunas recomendaciones pueden ser las siguientes.
Identifiquemos nuestros pensamientos irracionales: Debemos reconocer y desafiar los patrones de pensamiento que te llevan a dudar de ti mismo. Reconocer e identificar nuestros logros: Llevemos un diario de nuestros éxitos, habilidades y comentarios positivos que recibimos. Hablemos sobre nuestros sentimientos: Cuando compartimos nuestras preocupaciones con personas allegadas o con un mentor, terapeuta o persona de confianza, pueden ofrecernos una perspectiva externa más realista.
Cambiemos nuestra narrativa interna: Cuando sustituimos frases como “Que suerte tuvimos” por “Trabajamos duro para lograr esto.” Aceptemos los elegios: Lo que debemos hacer es simplemente dar las “gracias” cuando recibamos un reconocimiento. Busquemos inspiración en otros: Young (2011) sugiere reconocer que incluso los grandes líderes enfrentan inseguridades que pueden ayudarnos a normalizar nuestros propios sentimientos.
Pero ¿Cómo podemos evitar el Síndrome del Impostor? Aunque no siempre es posible evitar este fenómeno, podemos minimizar su impacto adoptando ciertas prácticas entre ellas: Fomentar una cultura de reconocimiento: Las organizaciones deben celebrar los logros individuales y colectivos de sus colaboradores. Esto ayudará a tener un equipo de trabajo enfocado y comprometido con la empresa. Enfoquémonos en el crecimiento continuo: Ver los desafíos como oportunidades para aprender, en lugar de pruebas de competencia, esto nos puede aliviar la presión. Practicar la autoevaluación positiva: Cuando reflexionamos regularmente sobre nuestras fortalezas y áreas de mejora minimizamos en caer en la autocrítica excesiva.
Para concluir, el síndrome del impostor es un obstáculo común pero superable. Al reconocerlo y enfrentarlo, podemos liberar nuestro verdadero potencial y disfrutar plenamente de nuestros logros. Como reflexión, preguntémonos: ¿Qué podríamos lograr si dejáramos de cuestionar nuestro valor y comenzáramos a confiar en nuestras capacidades?
Referencias
Clance, P. R., & Imes, S. A. (1978). The Impostor Phenomenon in High Achieving Women: Dynamics and Therapeutic Intervention. Psychotherapy: Theory, Research & Practice, 15(3), 241–247.
Sakulku, J., & Alexander, J. (2011). The Impostor Phenomenon. International Journal of Behavioral Science, 6(1), 75–97.
Young, V. (2011). The Secret Thoughts of Successful Women: Why Capable People Suffer from the Impostor Syndrome and How to Thrive in Spite of It. Crown Business.