La empatía es uno de los componentes esenciales de la inteligencia emocional (IE) y se define como la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás. Según Cherniss y Goleman (2020), «la empatía es la habilidad de reconocer y responder a las emociones de los demás, lo cual facilita relaciones más colaborativas y armoniosas» (p. 56). Esta habilidad permite que las personas establezcan una conexión emocional genuina, mejorando así la comunicación y facilitando la creación de relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo.
En entornos laborales, la empatía es fundamental para gestionar las relaciones interpersonales y fomentar el trabajo en equipo. Un líder empático, por ejemplo, puede motivar a su equipo al comprender y responder a sus necesidades y preocupaciones, creando un ambiente de apoyo y confianza. Esta capacidad no solo ayuda a mejorar la comunicación, sino que también promueve la colaboración, reduce los conflictos y aumenta la satisfacción laboral. Cuando los colaboradores sienten que sus emociones y perspectivas son valoradas, su compromiso con la organización crece, mejorando su rendimiento y lealtad.
En el ámbito personal, la empatía también juega un rol crucial en la calidad de las relaciones. Nos permite conectar de manera más auténtica con familiares y amigos, generando vínculos sólidos y duraderos. Las personas empáticas son percibidas como confiables y comprensivas, lo que facilita una comunicación abierta y reduce las barreras emocionales. Además, la empatía fomenta el respeto hacia la diversidad de pensamientos y emociones, enriqueciendo las interacciones personales.
Algunas de las estrategias para desarrollar la empatía pueden ser:
El escuchar activamente a las personas es una de las formas más efectivas de demostrar empatía. Esto implica prestar atención sin interrupciones, hacer preguntas abiertas y mostrar interés en lo que la otra persona está compartiendo. Al enfocarnos completamente en la conversación, no solo entendemos mejor sus emociones, sino que también fortalecemos el vínculo y mostramos respeto hacia sus experiencias. Debemos practicar la autoconciencia emocional. La empatía comienza con el autoconocimiento. Ser conscientes de nuestras propias emociones nos permite reconocer las emociones en los demás de manera más precisa. Dedicar tiempo a reflexionar sobre nuestras reacciones y sentimientos nos ayuda a estar más abiertos y receptivos a las emociones de los otros. Otra estrategia es colocarnos en el lugar de la otra persona. Debemos pensar de cómo se siente la otra persona en una situación particular, es una excelente manera de cultivar la empatía. Esta práctica de «ponerse en los zapatos del otro» nos ayuda a comprender su perspectiva y nos permite responder de una manera más comprensiva y apropiada. Esta técnica es útil tanto en el trabajo como en las relaciones personales.
No debemos olvidar la importancia de la comunicación no verbal. Aprender a leer y expresar el lenguaje corporal es esencial para una comunicación empática. Las expresiones faciales, el contacto visual y la postura pueden comunicar una gran cantidad de información emocional. Al estar atentos a estos indicadores no verbales, podemos entender mejor cómo se siente una persona, incluso si no lo expresa verbalmente. No debemos perder de perspectiva que “todo comunica”. Debemos ser paciente y evita los juicios o prejuicios. La empatía requiere paciencia y una mente abierta. Evitar hacer juicios rápidos o asumir que conocemos la experiencia de otra persona nos permite ver la situación desde su perspectiva y sin prejuicios. Practicar esta paciencia y apertura mejora la calidad de nuestras relaciones y fomenta la comprensión mutua.
Nuestra última recomendación es expresar comprensión. En ocasiones, una simple afirmación como «entiendo cómo te sientes» o «me imagino que esto debe ser difícil para ti» puede hacer una gran diferencia. Mostrar verbalmente que comprendemos o reconocemos los sentimientos de la otra persona crea una atmósfera de apoyo y refuerza la conexión emocional. Pero, no olvidemos, que al final lo más importante es ser sinceros y honestos en todo este proceso.
Algunas de las recomendaciones para practicar la empatía en los entornos laborales y personas pueden ser.
En el campo laboral realizar reuniones uno a uno con los miembros del equipo para comprender sus metas y desafíos individuales. Este acercamiento ayuda a identificar las necesidades de cada persona y fomenta un ambiente de apoyo. También, fomenta actividades de “team building” donde el equipo pueda conocerse fuera del contexto laboral, lo que facilita el desarrollo de la empatía entre colegas. Es importante construir las relaciones personales y dedicar tiempo de calidad a las personas que te rodean, sin distracciones. Apaga el celular, ponlo en modo de vibrar, o en avión y concentrémonos completamente en la conversación. Esto demuestra que valoramos a la otra persona y estamos dispuestos a escuchar de verdad. Sin embargo, no debemos perder de vista que la relación es una laboral, aunque con mucha frecuencia se logra una amistad por el tiempo que se lleva laborando en la organización.
En nuestro hogar, debemos modelar la empatía con los miembros de la familia, especialmente con los niños. Enseñarles a comprender y respetar los sentimientos de los demás nos ayudará a desarrollar esta habilidad desde una edad temprana.
Para finalizar, la empatía es un pilar de las relaciones humanas, permitiendo construir puentes entre personas con diferentes experiencias y contextos. En un mundo cada vez más interconectado y diverso, la empatía, como componente clave de la inteligencia emocional, es una herramienta indispensable para mejorar nuestra calidad de vida y nuestras relaciones en todos los aspectos.
Una de la referencias consultada fue
Goleman, D. (1995). Emotional intelligence: Why it can matter more than IQ. Bantam Books.