En algunas horas estaremos celebrando el Día de los Padres. Tal ves no como lo haríamos en años anteriores. Este año será una celebración con muchas preocupaciones de salud por la pandemia que estamos viviendo. El día de los padres, como el día de las madres o la amistad, se ha transformado en uno totalmente comercial y no refleja lo que deberíamos estar celebrando, lo que representa la figura de un padre en nuestras vidas. Para mí un padre va mas allá de lo biológico, es una persona que con o sin intención, siembra una semilla en terreno fértil para que nosotros, los hijos, podamos con nuestras acciones germinar como buenos seres humanos. Los padres somos protectores, amorosos, determinados, responsables y espirituales con nuestros vástagos porque queremos que sean felices, que no pasen los mismos tropiezos de nosotros y sobre todo sean mejores que nosotros.
Protegemos a nuestros hijos para que no sufran, para que sean felices y los estimulamos para que vayan tras sus sueños sin importar las circunstancias. Nuestro amor por ellos es indescriptible, nos convertimos en guerreros cuando percibimos peligros para ellos y nos enfrentamos a cualquier situación y riesgo para protegerlos. Estamos determinados a hacer lo que sea necesario para que nuestros hijos logren alcanzar sus metas. Le inculcamos la responsabilidad de cumplir con sus tareas y de ser responsables cuando empeñan su palabra. Por último, y no menos importante, según nuestra espiritualidad o creencia le pedimos a Dios que los protejan y bendiga en cada paso que dan sin importar la edad que tengan.
Ser padre significa proteger, cuidar, sacrificar y proveer lo que sea necesario para que nuestros hijos comprendan que no importan las circunstancias, nosotros estaremos listos para escucharlos, para abrazarlos, celebrar los triunfos, pero sobre todo apaciguar las derrotas que las circunstancias, la vida, o nuestras decisiones y acciones provoquen. Yo tuve el privilegio de tener padres que me enseñaron, desde sus experiencias, lo importante que es ser padre. Primeramente, mi padre biológico, Rafael Mejías León, su humildad, su don de servir, de actor pasivo en situaciones de crisis, que distinto a lo que se puede pensar, buscaba con su silencio y mirada que entendiéramos que todo tiene una solución en la vida. Mi abuelo paterno Rafael Mejías Núñez, su dedicación al trabajo, cuando me decía que el trabajo es honra no importa cual sea. Cuando le decía quiero ser ingeniero, y abuelo Rafa me contestaba, “si vas a hacer ingeniero se el mejor ingeniero, pero sin destruir a nadie”.
Mi abuelo Ángel Luis, el papá de mi mamá que, siendo billetero, junto a mi abuela Mare, criaron a 7 hijos y a mí que fui su primer nieto. Me enseñó que siempre en la mesa tiene que haber comida para la familia y para cualquier persona que pudiera llegar. Me enseñó que ser serio y recto es compatible con ser amoroso. Hombre fuerte que jamás le gritó a mi abuela o a ninguno de mis tíos. Fue todo un caballero. Para mi siempre tuvo una sonrisa. Ahhh, y que mami o papi no se les ocurriera regañarme frente a él, porque tendrían problemas. Mi tío Ninín, hermano de mi padre, que me enseñó entre otras cosas, que lo primero que uno hace cuando lava un carro son las gomas; porque según él en la vida hay que darle el frente a las dificultades de la vida. Recuerdo que me dio la confianza siendo yo un adolescente, de abrir el negocio de la familia de ventas de efectos escolares (Mejías School Supply) a las 6 de la mañana y en muchísimas ocasiones cerrarlo a las 7 de la noche y hacer el cuadre de las ventas. Con él nunca pasé hambre, aunque siempre intentó que me tomara un sorbito de cerveza para “apestar a macho”, y yo le decía que no que si me veía papi, mami o abuelo Ángel me iban a regañar y eso le causaba mucha risa y me abrazaba.
Otra persona importante y tuve la fortuna de que me tratara como a un hijo fue Willie Miranda Marín. Él me enseñó la importancia de ser un hombre responsable como parte fundamental de lograr el éxito en la vida. Me decía “Rafy si te cito a las 6 de la mañana, tienes que estar a las cinco”. “Si te doy una instrucción para otra persona, tú eres el responsable que los resultados se obtengan”. Cuando me hablaba fuerte o me regañaba por algo que no hice, o alguna instrucción que me diera para que se ejecutara y no se hizo, y mis lagrimas bajaban a chorro por mi cara me decía “No muestres debilidad se un hombre” y en seguida me daba un abrazo y me decía “te regaño porque te quiero y quiero que en el futuro seas un ser humano extraordinario”.
Esas personas, al igual que muchas otras, fueron claves en mi formación y en la persona y profesional que soy hoy día. Ahora que soy padre y abuelo me doy cuenta de que cada uno me enseñó lo mejor de ellos y apostaron a mí. Tuvieron fe en mi, mucho mas de la que yo hubiera tenido de mi mismo. Hoy vivo agradecido de sus enseñanzas y pienso que en mi ser tengo características de cada uno de ellos. Hoy, trato de inspirar a mis hijos y nietos para que sean personas honestas y sencillas. Les recuerdo que no confundan ser fuerte con ser rudo, ser amables con ser débiles, ser humildad con ser modesto y ser orgulloso, con ser arrogante.
Hace mucho tiempo dejé de preocuparme si estaba haciendo bien o mal mi rol de padre y abuelo. Al igual que mi papá, mis abuelos, mi tío y mi exjefe decidí mejor ser un ejemplo para ellos. Pienso que cada cual tiene que ser el protagonista de su propia historia. Antes de llegar a la cima hay que pasar por muchos golpes, pero esas cicatrices que se quedan en la piel, mente y corazón, la debemos ver como un proceso necesario de enseñanza y aprendizaje para enfrentar las dificultades de la vida. Al final esas experiencias y sabiduría nos ayudarán a comprender nuestro propósito de vida. Ese será el mejor legado que le podamos dejar a nuestros hijos y futuras generaciones.
A todos los padres sin importar si son biológicos o no, les deseo que la pasen espectacular este Día de los Padres. A los hijos les recuerdo que el mejor regalo que puedan dar a sus padres es el respeto y el amor. Este es un regalo que esperamos a diario y no solo el día de los padres. Muchas felicidades a todos mis amigos, compañeros, colegas y muy en especial a mi papá Rafael Mejías León, a mis abuelos Rafael Mejías Núñez, Ángel Luis Ortiz Mateo, a mi tío Miguel “Ninín” Mejías León, a mi suegro Juan Núñez Calderón y al señor Willie Miranda Marín, que me inculcó el significado de servicio público. A estos últimos mi agradecimiento eterno.